domingo, 4 de noviembre de 2012

Mercado regulado: de Génova a Bretton Woods


Participantes de la Conferencia de Génova

En la situación de crisis del patrón oro provocado por los estragos de la primera guerra mundial, los países europeos tuvieron que buscar una situación intermedia entre el establecimiento de un tipo de cambio fijo (según el cual un país decide cuánto vale su moneda respecto a las demás) y los cambios flexibles de divisas (determinados por las fluctuaciones del mercado). La Conferencia de Génova de 1922, además de restringir el cambio directo que se daba con el patrón oro fijando el nuevo patrón lingote oro, encontró esta situación intermedia  al equilibrar el intercambio de monedas según los mecanismos del mercado libre con la fijación de márgenes de fluctuación. Una vez superados estos márgenes, el estado intervenía para animar la compra-venta de divisas en contra del mercado y así volver a una situación de equilibrio. 

Este sistema, tras los desafíos del crack del 29 y, sobre todo, de la segunda guerra mundial, llegó a su culminación con los acuerdos de Bretton Woods (1944) y el establecimiento de un nuevo patrón: el patrón oro-dólar, según el cual la divisa estadounidense (con una conversión fija en oro de 35 dólares la onza) servía de referencia para el resto de monedas con unos márgenes de fluctuación de más/menos 1%. Además de establecer este nuevo patrón, en Bretton Woods se acordó la creación de instituciones como el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF) y el Fondo Monetario Internacional (FMI). La finalidad del BIRF (embrión del Banco Mundial) se puede especificar en tres ejes: contribuir a la reconstrucción de los países, ayudar a elevar el nivel de vida de los habitantes de los países miembros mediante el crecimiento equilibrado y cooperar en la transición de una economía de guerra en una economía de paz. El FMI fue una consecuencia directa de la aplicación del patrón oro-dólar y su función es la de otorgar recursos financieros a los miembros que experimentan problemas en su balanza de pagos. 

A pesar de la estabilidad que otorgó durante los primeros años, este sistema llevaba dentro de sí mismo el germen de su destrucción: la acumulación de dólares llevó a los EEUU a una complicada situación que, finalmente, hubo de resolver suprimiendo la convertibilidad y acabando con el sistema. Se llegaba así a un nuevo contexto de incertidumbre.

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