Podemos observar tres fases en la convergencia monetaria europea.
-La primera fase (o fase pre-Maastrich, que se inicia en julio del 90) supone la liberalización de los flujos comerciales y el comienzo de las políticas nacionales de convergencia.
-La segunda fase corresponde a los años posteriores al Tratado de la Unión Europea (o Tratado de Maastrich de 1992), en el que se establecieron los pasos a seguir para alcanzar la unión económica y monetaria. Los criterios de convergencia exigidos por la Unión Europea para poder ingresar en la unión monetaria buscaban alcanzar una estabilidad suficiente para que el euro fuese una divisa competitiva, y fueron los siguientes:
- La INFLACIÓN no debía superar en más de un 1,5% la media de los tres países con mejor comportamiento durante los doce meses anteriores.
- El DÉFICIT no debía exceder del 3% del PIB.
- La DEUDA no debía exceder del 60% del PIB (este criterio no lo superaron la mayoría de los países por lo que se estableció como criterio de admisión que los países debían haberla bajado durante los últimos años).
- No debía haber DEVALUACIONES en los dos últimos años.
- Los TIPOS DE INTERÉS no debían exceder del 2% del de la media de los tres países con menor inflación.
Para allanar el paso del cumplimiento de estos criterios se tomaron una serie de medidas de carácter europeo encaminadas, fundamentalmente a asegurar la independencia de los Bancos Centrales. Así, se creó el Instituto Monetario Europeo (Frankfurt, 1994), embrión del BCE.
-En la tercera fase (a partir del 99) se produce la conversión irrevocable de las monedas nacionales con el euro. El Instituto Monetario Europeo pasa a ser el Banco Central Europeo (con políticas económicas "alemanas"), con el cometido principal de asegurar la estabilidad de los precios. Una vez establecido el euro (aunque éste no pasará a ser moneda de uso corriente hasta el año 2002) se lleva a cabo un control riguroso de las finanzas públicas de los Estados, así como un examen bianual de la situación económica de los mismos.
La unión monetaria se establecería en 1998 con paridades fijas respecto al euro y sin la participación de Gran Brataña, Dinamarca y Suecia (por decisión propia) ni de Grecia (por no haber superado los criterios de convergencia). Tras un comienzo algo renqueante por las dudas generadas por la nueva moneda, el crecimiento del euro frente al dólar acabó siendo espectacular. Un euro pasó de valer 1,16 dólares en 1999 a 1,60 en 2008. La crisis económica, sin embargo, ha tenido un gran impacto sobre el euro, pasando a 1,30 dólares la cotización del euro respecto al dólar.
¿Qué futuro le espera a la unión monetaria europea? Históricamente, las uniones monetarias habían supuesto un fracaso en aquellos lugares en los que no se dio un proceso de integración paralelo: la unión monetaria germano-austriaca de 1857, la unión monetaria latina de 1865 o la unión monetaria escandinava de 1872 tuvieron muy escaso recorrido. Sin embargo, en aquellos lugares en que la unión monetaria estuvo acompañada por un proceso de integración (como es el caso de Suiza en 1848, Italia en 1861 o Alemania en 1871) el resultado fue exitoso.
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