Participantes de la Conferencia de Génova
En la situación de crisis del patrón oro provocado por los estragos de la primera guerra mundial, los países europeos tuvieron que buscar una situación intermedia entre el establecimiento de un tipo de cambio fijo (según el cual un país decide cuánto vale su moneda respecto a las demás) y los cambios flexibles de divisas (determinados por las fluctuaciones del mercado). La Conferencia de Génova de 1922, además de restringir el cambio directo que se daba con el patrón oro fijando el nuevo patrón lingote oro, encontró esta situación intermedia al equilibrar el intercambio de monedas según los mecanismos del mercado libre con la fijación de márgenes de fluctuación. Una vez superados estos márgenes, el estado intervenía para animar la compra-venta de divisas en contra del mercado y así volver a una situación de equilibrio.

A pesar de la estabilidad que otorgó durante los primeros años, este sistema llevaba dentro de sí mismo el germen de su destrucción: la acumulación de dólares llevó a los EEUU a una complicada situación que, finalmente, hubo de resolver suprimiendo la convertibilidad y acabando con el sistema. Se llegaba así a un nuevo contexto de incertidumbre.
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